La Profecía Gardneriana
(Adivinada por los Sacerdotes Profetas usando cleromancia de Olneya)
Un Gran Alado pronto se levantará y
enviará su tenebrosa sombra sobre la tierra.
Y cuando la Noche asesine el Día
y el Día asesine la Noche,
también una gran Bruja Negra
se levantará a enfrentarlo,
sus vastos poderes más allá de la imaginación.
Y cuando sus poderes colisionen
sobre el campo de batalla,
los cielos se abrirán,
las montañas temblarán y
las aguas se volverán carmesí.
Y sus destinos determinarán
el futuro de Erthia.
La Profecía Noi
(Presagiada por los Sirvientes Bendecidos de Vo usando taseografía de Ginkgo Negro)
Un niño dragón será creado
por la Gran Diosa Vo,
y será llenado con
el fuego, el poder y la justicia
de la diosa dragón.
Pero nacida en la Sombra
otra gran Bruja Negra también se levantará.
Para tejer horror y corrupción
a través de Erthia.
Ambos se encontrarán en el campo de batalla
mientras todo el color se desvanece en el mundo.
Y es consumido por la sombra.
La Profecía Amaz
(Profetizada por los Videntes de la Diosa usando Astragalomancia del Olmo Rojo Sagrado)
Hijas de la diosa, escuchen!
Una gran fuerza se levanta
desde el Mundo Maldito de los Hombres.
Y en medio de esta obscuridad, un dragón
y una bruja negra se levantarán y combatirán,
trayendo destrucción sobre el mundo.
Tomen armas, Hijas Bendecidas!
La hora de salvar Erthia ha llegado!
Prólogo
Hace quince años…
Edwin Gardner se sienta en una silla acolchonada de seda en un borrón de duelo.
Observa a su hermana enloquecida, Vyvian, mientras camina a través de su salón decorado, deseando poder lavarse las manos del legado maldito de magia de su familia.
Y deseando que las noticias que Vyvian acaba de impartir no fueran tan aterrorizantes.
Increíblemente, en medio de este día que alterará el mundo, Vyvian está vestida tan impecablemente como siempre. Su cabello negro largo y brillante está artísticamente trenzado, ni un mechón fuera de lugar. Su túnica y falda favorecedoras -azul medianoche con un lujoso bordado de ramas de pino-, están perfectamente planchadas. Y hay lujo en todas partes, en este maldito cuarto opulento: árboles oscuros y pulidos de Olneya puestos en las paredes, sus ramas obsidianas entrelazándose hacia el techo. A sus pies hay una alfombra con patrones de hojas de roble. Ventanas panorámicas bordeadas con ramas de vidrio tintado que dan una vista del jardín de rosas rojo sangre de Vyvian.
Lo más fino de todo, Edwin considera con amarga angustia. Toda esta riqueza asegurada por el cruel reinado de fuego de su madre. Edwin enviá una plegaria para que las futuras generaciones no hereden esta magia terrible y corrupta.
Vyvian continúa caminando, ni siquiera se molesta en mirar a los niños acurrucados en la esquina mientras el dolor amenaza con despedazar a Edwin.
Su hermano Vale y su compañera Tessla están muertos.
Edwin tiene la garganta constreñida, su respiración es irregular y laboriosa por la pérdida de dos de las personas que amaba más en el mundo. Quiere arrancar su cabello y llorar miserablemente hacia los cielos.Quiere reprender a su hermana, al completo monstruo que es Gardneria. Pero no puede caerse a pedazos. Tiene tres niños que necesitan de su protección. Los hijos de Vale y Tessla.
Rafe, Trystan y Elloren.
***
—No puedes pelear contra los Gardnerianos —le había advertido a Tessla hace solo unos meses atrás, consumido por la preocupación mientras la enfrentaba en su hogar localizado en Valgard—. No tienes idea de la crueldad de la que es capaz mi madre. Su poder se ha vuelto oscuro, Tess, la está consumiendo.
—Tengo que pelear —Tessla contrarió apasionadamente, su voz llena de desafío— están acorralando a todos los Fae, Edwin! A los niños también. Tenemos que ayudarlos!
—No puedes.
—Tenemos que ayudarlos. ¿Qué no lo ves? ¡Los Gardnerianos están haciendo lo mismo que los Celtas y los Uriscal nos hicieron a nosotros! Los niños están siendo capturados. Familias enteras. ¿Sabes cómo es eso? ¿Ver a tu familia, tu gente, acorralada para ser asesinada? ¿Oír a los niños gritar? —las mejillas de Tessla estaban rojas, sus ojos verdes ardían.
Era difícil para Edwin mirarla, se veía tan hermosa en ese momento.
Había tratado de razonar con ella. —Piensa en tus hijos —Vale y Tessla los dejaban con él por períodos más largos de tiempo mientras combatían este mal imposible de derrotar— ¿Qué harán Rafe, Trystan y Elloren si algo te sucede?
—¡No puedo sentarme y hacer nada sobre este horror!
—¡No puedes ganar, Tess!
Vale y ella estaban tentando al destino, Edwin lo sabía. Tentando el horrible poder de su madre y el ejército Gardneriano al trabajar para la resistencia. Ambos Vale y Tessla estaban involucrados en el contrabando de niños y familias Fae a través de Paso Este de la Espina, ambos ligados a Beck Keeler, Fain Quillen y Jules Kristian. Y otros.
El siempre-existente nudo de horror se apretó dentro de Edwin.
Temía que solo fuera cuestión de tiempo para que Vale y Tessla fueran capturados y ejecutados, para después ser presentados como héroes de su guerra. Las actividades de la Resistencia limpiamente encubiertas. Para salvar la reputación de la Bruja Negra.
***
Y ahora está sentado aquí, el duelo ardiendo en su pecho, porque eso fue exactamente lo que pasó. Vale y Tessla fueron aprehendidos hace tres días mientras intentaban salvar a un grupo de niños Asrai Fae que iban a ser enviados a las Islas Pyrran. Ambos habían sido arrastrados a la base militar más cercana y ejecutados por orden de su madre, la verdad acerca de sus actividades con la Resistencia escondidas para todos, salvo unos pocos.
Y justo esta mañana, como un ciclón cataclísmico, llegaron las noticias que enviarán ondas de impacto a través de los Reinos del Este y Oeste.
Su madre, la Bruja Negra, está muerta.
Asesinada por un Ícaro que murió mientras la mataba con un rayo de fuego de dragón. Un final acorde al reinado de fuego que amenazó con esclavizar por completo los Reinos del Este y Oeste. Que destruyó ligas de bosque y convirtió las hermosas planicies del Este y las tierras Uriscal del sur en un desierto carbonizado.
Un horrible presentimiento se enroscó en el pecho de Edwin.
Los Gardenerianos estarán determinados a vengarse. Y ya no son débiles. Gardneria es ahora diez veces más grande de lo que solía ser y el poder más grande en la región por un largo tiempo, su única competencia son los Elfos Alfsigr, sus incómodos aliados.
Y van a buscar su próximo Gran Mago.
Edwin mira a los niños con creciente alarma.
Su sobrino, Rafe Gardner, se sienta en la alfombra con patrones de hojas mientras observa fijamente a su tío y tía. Con solo cinco años, el pequeño Rafe tiene la calma de un niño mucho mayor, se ha convertido rápidamente en el guardián de sus hermanos. Llora en silencio, abrazando protectoramente al pequeño Trystan.
Trystan se ha enroscado en una bola de miseria mientras llora y se queja —Papá. Mamá. Papá. Mamá —repite una y otra vez.
El corazón de Edwin se aprieta con preocupación. Trystan es un niño frágil, propenso a las lágrimas y el miedo, los ojos del delgado niño de dos años están aterrorizados y perdidos.
Y está Elloren, de tres años.
Está acurrucada junto a sus hermanos, abrazando fuertemente el cobertor que Tessla le cosió. La manta fue creada con amor para Elloren mientras aún estaba en el vientre de Tessla, un árbol con muchas ramas y brillantes hojas verdes está bordado en la tela, junto con pequeñas aves y animales. Elloren se queja suavemente escondida en ella.
Conmovido, Edwin se arrodilla junto a Elloren y la abraza. Ella estira sus pequeños brazos para aferrarse a él y a la manta, su cuerpo se sacude con sollozos.
Edwin mira a Vyvian, y la expresión en la cara de su hermana le da escalofríos.
Ella mira a los niños como si fueran una despreciable repercusión, su odio por Vale y Tessla es completamente evidente y se transfiere a los niños inocentes. Edwin abraza a Elloren más fuerte mientras observa la expresión cruel y despiadada en el rostro de Vyvian y se da cuenta de lo que tiene que hacer.
Los niños lo necesitan y él los ama.
—Los niños se quedarán conmigo —le dice a Vyvian, su voz rasposa pero decidida y se sorprende a sí mismo con lo inquebrantable que es mientras enfrenta a su intimidante hermana.
El ceño fruncido de Vyvian se profundiza, empuña las manos convulsivamente, su mirada asesina se centra en Edwin. Su desconcierto es poco característico, y Edwin sabe que es por todas las razones equivocadas.
—De acuerdo —dice, y su boca se aprieta mientras le lanza una última mirada cargada de resentimiento a los niños como si quisiera deshacerse de este terrible momento y de ellos también. Se mueve para irse pero se detiene junto a la puerta y voltea despacio, su mirada se fija de nuevo en los niños de una manera que envía un escalofrío más fuerte por la columna de Edwin, el odio en su mirada se transforma en evaluación.
Mira a Edwin de nuevo, su expresión afilada y dura como una aguja.—Necesitarás hacerles exámenes de varita —insiste— y pronto. Si tienen poder me dejarás saber inmediatamente. Madre habría insistido —. Su voz se rompe y lágrimas brillan en sus ojos. Parpadea firmemente manteniendo las lágrimas a raya. —El legado de nuestra familia no morirá con nuestra Madre —señala a los niños con un elegante movimiento de su mano—. Sus padres eran traidores, pero tal vez los niños puedan convertirse en campeones de nuestra gente si son criados de la forma correcta.
Edwin solo parpadea, y en este momento odia su hermana.
«¿Sus padres?. No, Vyvian.» Quiere gritarle. «¡Nuestro hermano y su esposa!»
Pero Edwin sabe que Vyvian tiene sus persianas firmemente puestas. No hay espacio para los matices en su perspectiva. Para Vyvian, el mundo está dividido en limpias mitades: están los Malvados y los Gardnerianos.
Y tienes que escoger un lado o el otro.
«No»
Edwin sabe lo que tiene que hacer. No lo que Vyvian quiere. Pero tampoco lo que Vale y Tessla hubieran querido.
«Perdóname, Vale. Perdóname, Tessla.»
Abraza a Elloren más fuerte mientras lo baña una feroz ola de amor protector.
Si alguno de los niños ha heredado el poder de su madre, él lo va a esconder de los Gardnerianos. Protegerá a los niños de todo esto.
Ellos no podrán tenerlos.
Ni los Gardnerianos. Ni la Resistencia.
Este legado de magia malvada terminará aquí.
***
Varios meses más tarde, Edwin decide hacer exámenes de varita a Rafe, Trystan y Elloren.
Los evalúa en ocasiones separadas, viajando lejos fuera de Valgard cada vez y llevando a cada niño a lo profundo del bosque donde nadie podrá atestiguar la magia liberada.
Edwin reza para que esa magia no exista.
Y hasta ahora, sus plegarias incómodas han sido más o menos respondidas.
A Edwin le preocupaba que Rafe hubiera heredado las habilidades poderosas de su madre. Es un niño amable pero su presencia es sorprendentemente poderosa. Agraciado físicamente y seguro de sí mismo, Rafe está lleno de una confianza de acero que no es usualmente vista en un niño de tan tierna edad. Pero básicamente no tiene ningún poder mágico, sólo una delgada hebra de magia de la tierra.
Está claro que Trystan va ha ser un poderoso Mago, el precoz niño de dos años ya puede recitar hechizos y tiene acceso a magia de agua. Pero no es un Gran Mago. No tiene nada del poder loco y abrumador de su abuela, su nivel de magia de agua es cinco, pero no superior. También es sensible, callado, y no es propenso a la violencia.
Y está Elloren.
Edwin envía una plegaria mientras camina dentro del bosque con la gentil Elloren, su pequeña mano agarrada con confianza a la de él.
«Gran Ancestro, por favor que esta niña esté libre de poder.»
Ella está tan relajada, dando saltitos a su lado. Tán cómoda en el bosque. Como todos los Gardnerianos sin poder.
Pero lo atraída que está hacia la madera ha perturbado a Edwin por un tiempo. Recoge pequeñas piezas, las colecciones metidas en sus cajones, en sus bolsillos, escondidas bajo la cama.
Edwin mira hacia Elloren con una sonrisa forzada que es correspondida mil veces más intensa.
Tiene las facciones severas de Vale, piensa. Tan agudas y angulares para una niña tan amable y alegre. Pero entonces sus pensamientos cambian.
«Tiene exactamente las mismas facciones que su abuela.»
Edwin empuja el aterrador pensamiento fuera de su mente. Vale lucía igual que su poderosa madre, y era poderoso, pero no era ningún Gran Mago. Y Elloren está atraída hacia la madera, pero Edwin tampoco puede dejar de tocarla, pasa horas cada día tallando y creando violines. Y es tan solo un Mago Nivel Uno.
«No, Elloren no tendrá poder.» Se asegura a sí mismo. «Como yo.»
Edwin se detiene en un pequeño claro, los rayos del sol lo iluminan, las aves cantan. La pequeña Elloren se ríe y da vueltas, le sonríe al sol. Se detiene, tambaleándose un poco de tanto girar y le sonríe a su tío.
—Aquí tienes, Elloren —dice Edwin ansioso mientras desliza su mano dentro del bolsillo de su túnica—. Tengo algo para ti —. Saca la varita y se la entrega a su sobrina.
—¿Para qué es? —pregunta, tomando la varita en sus pequeñas manos con una mirada de curiosidad.
—Es un juego —dice Edwin con ligereza mientras pone una vela en un tronco antes de regresar a su lado y señalar la vara con un dedo. —Y eso es un palo mágico, pero tengo que mostrarte cómo usarlo —se agacha en una rodilla y guía su mano dominante en la posición correcta alrededor del mango de la varita, sus manos tiemblan mientras rodean la pequeña mano con aprehensión. —Sostén el palo así, Elloren.
Elloren lo mira con obvia preocupación, claramente notando como tiembla, pero Edwin forza otra sonrisa y ella le sonríe de vuelta, luciendo motivada mientras envuelve sus dedos en la posición correcta.
—Así está bien, Elloren —dice Edwin mientras suelta su mano y se levanta. —Ahora voy a pedirte que digas unas palabras graciosas. ¿Puedes hacer eso?
La sonrisa de Elloren se torna brillante y asiente.
El estómago de Edwin se aprieta. Es una niña tan obediente. Tan fácil de complacer.
«Tan fácil de blandir.»
Edwin enuncia las palabras para el hechizo de encender la vela varias veces, palabras en la Antigua Lengua; palabras extrañas con sutiles inflexiones, nada fáciles de pronunciar.
—¿Crees poder pronunciar eso? —le pregunta a su sobrina.
Elloren asiente mientras apunta la varita correctamente con un enfoque determinado y Edwin repite las palabras unas veces más para que ella pueda recordarlas.
—Entonces adelante —la motiva gentilmente mientras su garganta se constriñe con aprehensión, su corazón martillando con miedo afilado y esperanza sofocada.
Elloren dice el hechizo, claro y correcto, su brazo tiembla ligeramente, su cuerpo firme.
Y entonces echa la cabeza hacia atrás.
Un violento río de fuego erupciona desde la punta de la varita y explota más allá del tronco, explotando a través de un gran árbol y varios más detrás de ese. Edwin se tropieza dando un paso hacia atrás y Elloren grita mientras el bosque explota como un rugiente monstruo de fuego.
Edwin saca la varita de la mano de Elloren arrojándola hacia un lado, carga a la niña y corre, apresurándose mientras el bosque se cae a pedazos alrededor de ellos.
***
Edwin pasa el próximo año tratando de que Elloren olvide.
Cuando Elloren se despierta gritando de pesadillas ardientes, le insiste que lo que recuerda es una tormenta. Una feroz y rara tormenta, un infierno causado por un violento rayo.
Insiste en ello una y otra y otra vez.
Y con el tiempo, ella le cree. Su verdadero recuerdo es enterrado y se desvanece.
***
Pero el bosque recuerda.
Los árboles envían la advertencia en su forma progresiva, despacio como la savia viaja a través de raíces enredadas, un árbol después del otro. Y gradualmente, inexorablemente, el mensaje es llevado a el Bosque del Norte y a sus Driadas Guardianas.
Hasta III.
La Bruja Negra regresó.
Quince años después...
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©Laurie Forest, 2020
Traducido por Selene Kallan
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